Es curioso como funciona la vida. Paseamos a diario junto a cientos, miles de personas a los que no miramos, con las que no hablamos en las que ni siquiera nos fijamos. Igual podrían ser nuestros mejores amigos, el mejor acompañante para ir al cine, o nuestra alma gemela. Pero no, nosotros caminamos mirando el móvil, sin levantar la cabeza. Con prisas, siempre con prisas.
En la universidad o en la época que viví en Londres (eso para otro post, si?) me encantaba conocer gente nueva. Distinta. Rara. Ahora raro es el día que me fijo en alguien de camino al trabajo.
Este año he ido a 3 bodas y, aunque suene a tópico, las 3 fueron muy especiales. Han sido mis primeras bodas informales (sin etiqueta) y la verdad es que, aunque sean por motivos distintos, me han emocionado muuuucho. En el post del lunes hablaba de la boda del amor, la de mi primísimo Javi y su chica, Lüla (a parte de maja majísima, tiene un vozarrón que tela marinera. si no la conocéis os dejo aquí una de sus canciones). Hoy toca hablar de la de Marion. he intentado escribir sobre su boda, pero siempre me lío haciendo otras cosas (ya he hablado de mi escasa- por no decir nula- capacidad de concentración en una sola cosa ¿verdad?). Pues el post de hoy me va de lujo para hablar de ella… Madre mía… ¿qué tendrá que ver lo de las personas desconocidas con la boda? Voy. Poco a poco. todo tendrá sentido 🙂
Mariona se ha casado con Juan. Un argentino con el que en seguida encuentras tema de conversación y que a los 5 minutos parece que lo conoces desde hace tiempo. Reconozco que sólo por ver lo feliz que hace a Marion ya me caía bien antes de que nos presentaran. Son una pareja cañera, maja, guapetones y muy cachondos. La boda fue «muy como ellos» una mezcla de culturas donde todo el mundo se sentía en casa. Bailamos, reimos, cantamos (mucho y mal) y bebimos (mucho y bien 😉 ) pero sobre todo hablamos con todos. Con familiares, amigos, conocidos y desconocidos. Sin saber cómo ni porqué a la semana siguiente estaba haciendo fotos a Oliver, un bebé precioso que duerme que da gusto y tiene unas mamás estupendas. Porque es lo que tienen las bodas. Que no hay prisa. Que puedes hablar con todo el mundo y conocer gente nueva y terminar en su casa haciendo fotos a un bebé de 41 días. Hacía mucho que no salía de mi rutina de gente conocida.
Esa semana hizo un tiempo horrible (al menos para mi, que soy fan absoluta del verano, el sol y la playa). Un rayo de sol en mitad de la semana de lluvias.