El hecho de que mis hijos se lleven tan poco (13 meses) me ha regalado muchos y grandes momentos de diversión, alegría, histerismo, ganas de matar, ganas de comérmelos de amor (y otras veces por dejarles de oír), muchas risas, un par de preocupaciones y no ser del todo consciente de cada etapa, al menos del mayor.
Sin querer me he fijado más en la etapa de bebé de Gabriela, supongo que porque me daba cuenta de lo rápido que crecen. Es complicado explicar lo que siento, si alguna vez lo he comentado en voz alta siempre me dicen que estoy loca… a mi me gusta ese caos. El de los pañales, los biberones, el olor de su pelo mientras les llevaba (sí? llevaba? ya no más? 🙁 ) en porteo…
Me mola mucho que ahora podamos salir de casa sólo con el cochecito (y muchas veces ya sin eso). Me gusta ir al parque (sí, soy de esas madres raras que ir al parque les parece casi un planazo), llevarles a castillos hinchables, o a la playa. Pero, aunque reconozco que lo de dormir del tirón es un lujo, añoro mucho la sensación del embarazo, los primero días del bebé, despertarme con sus ruiditos para la lactancia, la mini ropa por toda la casa con manchas que no se quitan, los baberos bordados con sus nombres, chupetes en cada esquina y el olor mmmm ese olor de bebé.
Mi hijo mayor (3 años) ya sabe escribir su nombre. El post de hoy es para concienciarme de que el tiempo vuela, y antes de lo que me imagino echaré de menos también esta etapa.
Sin querer me he fijado más en la etapa de bebé de Gabriela, supongo que porque me daba cuenta de lo rápido que crecen. Es complicado explicar lo que siento, si alguna vez lo he comentado en voz alta siempre me dicen que estoy loca… a mi me gusta ese caos. El de los pañales, los biberones, el olor de su pelo mientras les llevaba (sí? llevaba? ya no más? 🙁 ) en porteo…
Me mola mucho que ahora podamos salir de casa sólo con el cochecito (y muchas veces ya sin eso). Me gusta ir al parque (sí, soy de esas madres raras que ir al parque les parece casi un planazo), llevarles a castillos hinchables, o a la playa. Pero, aunque reconozco que lo de dormir del tirón es un lujo, añoro mucho la sensación del embarazo, los primero días del bebé, despertarme con sus ruiditos para la lactancia, la mini ropa por toda la casa con manchas que no se quitan, los baberos bordados con sus nombres, chupetes en cada esquina y el olor mmmm ese olor de bebé.
Mi hijo mayor (3 años) ya sabe escribir su nombre. El post de hoy es para concienciarme de que el tiempo vuela, y antes de lo que me imagino echaré de menos también esta etapa.