… y un día, sin más, todo vuelve a conectar.
Hay que ver, con lo que me gusta escribir por aquí… ¡qué poco me paso!
No me disculparé, primero porque si lo hago con alguien es conmigo misma, que para algo es mi sitio. Mi rincón donde nadie opina si lo que hago lo hago bien o mal, o si debería poner este texto más grande (…) mi lugar en el mundo dónde sólo oigo el click del teclado y no un «mamaaaaaaa», un espacio donde puedo parar y pensar. En fin, que eso, que no me voy a disculpar ;-). No publico posts (que no significa que no los escriba) porque estaba como perdida. Demasiadas comparaciones, demasiada información, complejos, egos y tonterías. Muchos no puedo, no llego, no me basta y pocos puros, despreocupaciones y sinceridad. Olvidando que a veces sólo hay que empezar.
Ahora que lo escribo parece que ha sido una etapa mala ¡qué va! ha sido una diferente, de carrerilla y organización. De pilas cargándose y ver hacia dónde (y con quién) quiero ir. Ver qué me gusta, qué no y qué merece la pena. Ha servido para respirar, alejarme un poco de las idealizaciones que hacemos de la vida pinterest de quién leemos, sentirme más cómoda con mi estilo.
Sigo dividida entre la fotografía y el vídeo. La fotografía me nace desde dentro. Veo luces, encuadres y desenfoques en todas partes, pero reconozco que me pueden las ganas de contar historias. Cuando me agobio en esa duda existencial giro un poco la cabeza y está ella. Mi amiga, mi socia. La que me da alas para disfrutar de lo bonito que es vivir detrás de la cámara. Me recuerda lo divertido que puede ser hablar el mismo idioma. La conclusión siempre es la misma: da igual si es vídeo o foto. Se trata de contar desde dentro lo que nos rodea. Hay que olvidarse de drones, planos complicados, raíles, flashes y tonterías. Centrarse en la historia, el día. En el ruido, los silencios y cómo nos sentimos. Se trata sólo de poder revivirlo una y mil veces.
El día de la feria fue, sobre todo, volver a tener 15 años. Mochilas en la espalda, baterías cargadas y ganas de probar. fue un día de editar hasta la madrugada y no mirar el reloj. Un día que hizo que todo volviera a conectar. Rosa, no me cansaré de decírtelo… gracias, gracias y gracias.