Estamos aquí para ser felices. Es una frase que la llevo grabada muy dentro de mí, pero que a veces necesito recordármela para que el día a día no me coma. Para, respira, siente.
Reduce todo al mínimo importante. A lo que te llena. A lo que te hacer sentir TÚ. Hay días que hace falta parar para darse cuenta que lo que importa, lo que realmente importa, son cosas que a veces dejamos un poco olvidadas. Así que, al menos esta noche, me voy a poner el mundo por montera, apartar los agobios, los problemas y las chorradas para volver a conectar lo sencillo que es ser feliz y lo haré de una manera consciente.
Hay que empezar a tirar por la ventana las piedras de la mochila y hacer un poco más «eso» que nos gusta. A tomar viento las tonterías.
Cuando eliminas a los parásitos, a la gente tóxica, las culpas y las chorradas quedas tú. Vacía, hueca… limpia y feliz. Te empiezas a oír, a escuchar y a sonreir. Empieza una nueva etapa de perdón, sin complejos. Una etapa sencilla y fácil. Llena de retos, logros y esfuerzo… un camino de césped recién cortado que huele a libertad.