Entre una foto y otra, han pasado 4 años.
Es raro y difícil explicar cómo me siento… por un lado parece que fue ayer, pero por otro que es una vida pasada.
Me acuerdo perfectamente del día que el cacharrito marcó las 2 rayitas, de la cara de David cuando le di la noticia o de mi barriga creciendo (muuuhco) cada día. Si cierro los ojos noto cómo se movía dentro, mis miedos de la toxoplasmosis, el olor a pintura de su primera habitación o del día del parto. De los primeros olores, el meconio y los llantos con manos abiertas… después hay unos años borrosos, me acuerdo el llegar tarde a los sitios, de un amor infinito, paciencia finita y risas, pañales, biberones, gateos, chichones, llantos, besos y abrazos, muuuuchos abrazos.
Muchos dicen que lo tengo mimado o sobreprotegido… otros que le exijo más que a Gabriela o que le meto más caña… ¿la verdad? hago lo que me sale del unicornio, lo cuido lo mejor que sé, intentando que crezca rodeado de amor, seguridad y cariño para que sea buena persona, empático y, sobre todas las cosas: FELIZ. Supongo que la pifio en muchas cosas, que le cae alguna bronca por malhumores míos o que a veces me falta paciencia o ganas para enseñar algo… Reconozco que he buscado mucha información de cómo educar correctamente en distintas situaciones, qué juegos son mejores para cada etapa y los distintos tipo de educación… peeeeero a la hora de la verdad, toda esa información se va al garete y cada uno educa como puede #mividanoespinterest
Para bien o para mal, hemos educado a E y G de la misma manera, con los mismos horarios, normas, rutinas y juegos… y no puede haber en el mundo dos personitas más diferentes… no puedo estar más orgullosa de ellos.
Parece mentira que ya tenga 6 años, que no cecee, se vista sólo o se ría con los chistes y, aunque disfrute viendo cada cambio, me encanta que aún le gusten las canciones infantiles, que me pida cosquillas (y se ría de la manera que sólo él hace) o que se esconda debajo de la toalla al salir de la ducha convencido de creeré que es una roca (CA-DA DÍ-A).
Eduardo, no sé si te mimo, te riño, o de protejo más de la cuenta pero sea lo que sea que haga, te prometo que lo hago lo mejor posible, que te quiero hasta el infinito y que te cantaré arrorró siempre que quieras. Anoche nos despedimos a lo grande del niño de 5 y le preparamos una bienvenida al de 6 como si se tratara de noche vieja… espero que en esta nueva etapa tus ojos sigan siendo así de felices.
te quiere,
mamá.