Hace 7 años me estrené como madre.
Madre mía.
Dicen que el tiempo vuela pero no es verdad. El tiempo desaparece. Hace nada estaba en Salamanca bebiendo calimocho con amigos que eran familia… y pum! Sin darme cuenta estamos soplando 7 velas rodeados de niños con sobredosis de azúcar.
Recuerdo perfectamente el día que supe que estaba embarazada… esa sensación de alegría y miedo. Sí, miedo. A no saber hacerlo, a pensar que no seremos capaces. Miedo a cosas absurdas que ahora me doy cuenta que no era lo importante.
Ains. Edu. Mini David. Un día te comeré. Así, sin aliño ni nada. Contigo he aprendido que lo único que necesita un hijo es tiempo. Tiempo para jugar, para hablar o para ver una peli juntos. Tiempo para entendernos y saber convivir. Reconozco que a veces pierdo los nervios por lo diferente que somos. Me cuesta entenderte… En mi cabeza, hace 8 años, eras medio niño medio HE-MAN. En las historias que me montaba eras valiente, loco, atrevido e irresponsable. Siempre con las rodillas llenas de heridas… Y ¡plaf! La realidad. Tierno, cariñoso, dulce, empático e inocente… Con mucha imaginación, con ganas infinitas de jugar. Casero, rutinario y familiar. Me das la mano siempre por la calle, me la das de verdad. Apretando con tus deditos los míos ¡Es que te como! Pero sobre todas la cosas eres un niño Feliz. Feliz contigo, con nosotros, con el cole y con el mundo. Así de sencillo. Así de fácil
Cariño, en la vida he hecho cosas buenas y cosas malas, de algunas me avergüenzo y de otras estoy orgullosa… pero sin duda, lo más guay, valiente y divertido ha sido teneros a vosotros. Sigue así de curioso, de cariñoso y de tierno. Te quiero hasta la luna y volver ( y volver a ir).
Mamá.